Cuando los diferentes medios de comunicación nos lanzan las imágenes fusil en mano de las mujeres kurdas de Kovane y Afrin es evidente el impacto visual que las mismas nos suponen, la fuerza que desprenden y la simpatía que generan en nosotros. No estaria de más al verlas que pensasemos que esas mujeres de nombre Maryam, Rokand o Avesta entre otros se llamaban hace ochenta años Rosario, Angeles, Balbina, María, Verónica… y combatían en toda la geografia del estado español, Euskal Herria incluida, contra las fuerzas golpistas alzadas en armas contra la II República el 18 de Julio de 1936.
Predecesoras del tantas que despues han sido en Rojava, Afrin, Nicaragua, El Salvador, Filipinas, Nepal, India… aquellas mujeres jóvenes con mono azul y pistola al cinto que en el verano del 36 se marcharon a los frentes a defender la República entre un aura de romanticismo y mística revolucionaria despertando un gran revuelo en las trincheras por su condición femenina y su actitud desafiante ante unos hombres que imbuidos del atroz patriarcalismo vigente e independentientemente de su adscripción politica o sindical salvo honrosas excepciones fueron incapaces de verlas como fraternales camaradas en una lucha común. Desgraciadamente no siempre la mitificación se corresponde con la realidad y ese empoderamiento creciente que en aquel momento tantas mujeres llevaron a cabo en en el frente y en la retaguardia generó numerosas contradicciones, reflejo de las que tenia en muchos aspectos el propio régimen republicano.
De esas mujeres, milicianas, hablaremos con Ana Martínez Rus profesora titular de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid que recientemente ha publicado un recomendable trabajo sobre el tema.
Aqui, en «La Memoria».