Cuentan que Xabier Mina Larrea, navarro del valle de Elorz, cuando pisó suelo mejicano entonces bajo la bota española, lanzó esta proclama: «La causa de los americanos es justa, es la causa de los hombres libres. La patria no está circunscrita al lugar en que hemos nacido, sino más propiamente al que pone a cubierto nuestros derechos».
Era la plasmación tambien alli de un pensamiento libertario que convertiría en acción armada contra el colonialismo español al igual que ya lo habia hecho en territorio navarro frente a la invasión napoleónica y después frente a la tiranía absolutista de Fernando VII. A partir de ese momento y durante ocho meses Mina llevaría a cabo una serie de brillantes acciones militares, frente al acoso del Virrey español Apodaca, que finalmente conseguiría hacerlo preso y fusilarlo el 11 de Noviembre de 1817. Su lucha -a pesar de ser tan breve en el tiempo- y su fusilamiento acusado de traidor por los españoles reactivarían la lucha de los insurgentes mejicanos que a la llegada de Mina atravesaba un mal momento y México, cuatro años más tarde, accedia a la independencia.
Al cumplirse el próximo mes de Noviembre doscientos años de su fusilamiento hemos rescatado de la mano de Tomás Urzainqui, Mari Jose Sagasti y Kepa Larrea el nombre y las gestas de este hombre del que en el momento de su muerte el historiador ingles Blanco White diria “Así acabó su breve pero brillante carrera este magnánimo joven. Su nombre será grato a los amantes de la libertad”. Tan grato para ellos, habria que decir, como ingrato para quienes desde la historiografia oficial, sea esta navarra o española, han hecho de Xabier Mina -navarro y euskaldun- una memoria proscrita desde hace doscientos años.