Podemos discutir si se trata del mejor juego del año pasado, pero lo que está claro es que God of War es uno de los títulos más brutales, violentos y contundentes jamás creados. Kratos volvió por la puerta grande, más viejo, con barba y un hijo que nos ha ganado el corazoncito gracias a sus flechas y sabiduría. El retorno de la saga nacida en PS2 sorprendió a muchos gracias a su cambio de ambientación, jugabilidad y tono.
Porque el nuevo God of War es, por encima de todo, una historia intimista que narra la relación paternofilial entre un dios y su inocente hijo. Por el camino decapitaremos monstruos, desmembraremos criaturas, reventaremos dioses y patearemos el culo a dragones, pero el viaje de Kratos y Atreus para tirar las cenizas de su fallecida esposa es de esos que dejan huella.