A lo tonto llevamos casi dos décadas atrapados en el fenómeno zombie, y los videojuegos no iban a ser menos. En 2008 se estrenó una de las sagas más conocidas dentro de este subgénero y al año siguiente llegó una secuela que mejoraba, ampliaba y pulía al original: Left 4 Dead. Reivindicamos esta ya clásica serie, producida por Valve pero desarrollada en realidad por su (por entonces) estudio interno Turtle Rock Studios.
La premisa era la de siempre, pero bajo su apariencia de shooter genérico se hallaba uno de los títulos más complejos y revolucionarios de los últimos años. Gracias a su original estructura, a ciertos elementos aleatorios, a la variedad de infectados, a sus memorables clímax y a su genial sentido del humor, Left 4 Dead logró un gran éxito con una enorme comunidad detrás. Pese a que sus creadores se separaron y se pegaron un batacazo con el que sería su sucesor espiritual, Evolve, la influencia de este díptico se ha dejado ver en otros títulos recientes de menor calado.