Comenzamos el repaso a lo que ha dado de sí el festival de videojuegos más importante del mundo: el E3 de Los Ángeles. Comenzamos por Microsoft, que lo ha intentado a su manera: juegazos que no son exclusivos como Sekiro: Shadows Die Twice y Cyberpunk 2077, anunciando el fichaje de cinco estudios con potencial que probablemente hundirá en la miseria como hace habitualmente con todo lo que tenga talento, unos puñado de exclusivos que a estas alturas no interesan a nadie y alguna secuela multiplataforma prometedora, como Dying Light 2 o Devil May Cry 5. Tranquilos, también estuvo Crackdown 3.
Bethesda siguió a lo suyo: dinamitando el prestigio que se ganó en la generación pasada a base de secuelas, spin offs y logos sin nada que anunciar. Siempre nos quedará el nuevo Doom Eternal. Y quizá Rage 2 también. Electronic Arts certificó su empeño en hundir definitivamente BioWare con ese Anthem que apesta a Destiny. Menos mal que también estaba por ahí el onírico Sea of Solitude y un Unravel 2 que parece dispuesto a ofrecer todo lo que la primera entrega no consiguió.